Alabanzas apolíneas
Lo apolíneo es un modo de ser-en-el-mundo.
Lo apolíneo es una potencia luminosa que brota de la naturaleza y atraviesa al poeta.
El sol es el ojo de Apolo.
Apolo resplandece, como el mundo interno de la fantasía. La belleza resplandece apolínea.
En el mundo de las imágenes oníricas simbólicas Apolo es soberano. El soñador, en plena ilusión, en su íntimo y profundo placer, está bajo la guía de Apolo, intérprete de sueños.
Apolo es el dios escultor. Es la limitación mesurada, el sosiego que esculpe, la magnífica imagen divina del "principiu individuationis".
En Apolo la música es arquitectura de sonidos.
Apolo significa el Uno Primordial. El Dios de Spinoza y La Idea de Hegel son apolíneos.
"Uno es todo" afirma Heráclito, apolíneo.
El poeta apolineo se posterna solitario y apartado de los coros entusiastas.
Apolo, divinidad ética, exige mesura y para poder mantenerla, conocimiento de sí. La máxima délfica "gnoti seauton" es apolínea, también lo son la épiméleia foucaultiana y el Sorge Heideggeriano, el ocuparse de de sí.
"¡No demasiado!", exclama Apolo, délfico.
Apolo es el dolor primordial en la musica y, con su redención en la luz de la apariencia, engendra un símbolo bajo el efecto del ensueño.
El placer de la apariencia como imaginación es el influjo apolíneo en la subjetivación.
Apolo es un dormir en una elevada pradera de montaña al sol de mediodía.
El poeta necesita todos los movimientos de la pasión, desde los susurros del cariño hasta los truenos de la demencia. El poeta concibe la naturaleza entera, y a sí mismo dentro de ella. El Uno con el mundo del poeta es Apolo.
¿Aparecen imágenes en la música? Es el influjo centelleante de Apolo.
En el estado apolíneo del sueño el mundo del día queda cubierto por un velo, y ante nuestros ojos nace un mundo nuevo, más claro, más comprensible, más conmovedor que aquél, y, sin embargo, más parecido a las sombras.
Apolo, luminoso intérprete de sueños, revancha de la espiralada oscuridad onírica.
El estado de ensoñación poética es la intuición apolínea.
¿Navegar en un velero, derivando en estado de alerta? Apolíneo.
La intuición Apolínea de no comprender: la distancia del sol.
La ciencia, aguijoneada por su vigorosa ilusión, tiene la mirada fija en lo imposible de esclarecer. Irrumpe el conocimiento trágico y para soportarlo hace la luz y el calor de Apolo: el arte apolíneo como refugio.
Apolo es la glorificación luminosa de la eternidad de la apariencia, el triunfo de la belleza sobre el sufrimiento. El mundo como voluntad y como representación.
«¡Sed como yo! ¡Sed, bajo el cambio incesante de las apariencias, la madre primordial que eternamente crea, que eternamente compele a existir, que eternamente se apacigua con este cambio de las apariencias!» Exclama la naturaleza, apolínea.
La fuerza apolínea irrumpe con el bálsamo saludable de un engaño delicioso: la poesía.
"La magia terapéutica de Apolo”.
Lo apolíneo seduce al hombre fuera de su autoaniquilación orgiástica.