Todo el mundo es un actor: sobre el Jesús de Pasolini
El serio, sereno y eterno Jesús de Pasolini, Enrique Irazoqui dice:
"Yo era el secretario general del sindicato universitario de Barcelona, por supuesto clandestino, y como mi madre era italiana me mandaron a Italia para conocer gente importante que pudiera venir a las universidades españolas o que nos diera dinero, porque no teníamos un duro. No conocía a Pasolini. Llegamos a la casa, a nueve kilómetros de Roma, y nos abrió Pier Paolo. Entramos, nos hizo acomodarnos en el sofá, y entonces él se fue corriendo a llamar a Ninetto Davoli exclamando “Ho trovato Gesù! Gesù è a casa mia!”. Yo no entendía qué estaba pasando. Pero empecé a dar mi discurso de siempre: “Las universidades españolas y sus organizaciones contra el fascismo, etcétera, etcétera…”. Y él, en lugar de interrumpirme como hacían todos los demás, se puso de pie y empezó a dar vueltas a mi alrededor. Era muy dulce, con una voz de adolescente. Y abandonado a su sufrimiento. Recuerdo por ejemplo que llegaba a casa de Elsa Morante de lidiar con el productor, se sentaba y decía “Che angoscia!” [“¡Qué angustia!”]. Esa era su frase más habitual”.